jueves, 23 de diciembre de 2010

5: En Taekwondo

- Hay Is, para la próxima le pides su correo o algo…- dijo. Ella ya tiene novio se llama David pero aún así se emociona conmigo cuando le cuento de Adam.

- Hoy en la tarde lo veré quiera o no por que iré a mi clase de Taekwondo… - dije feliz.

- Pero háblale Isabella, platica con él. – dijo Luna animándome.

- Esta bien, veré que puedo hacer… a fin de cuentas el día de hoy me quedaré a la clase en la que va él... –

- ¡Muy bien! ¡Me encanta ese optimismo!

Ya faltaba poco para llegar a nuestro salón por lo que comenzamos a platicar de cosas más triviales por si había alguien chismoso por ahí.

Entramos a clases es esperamos a que llegara la maestra.
Las clases pasaron lento pero sin ningún sobresalto; Arte, Matemáticas, Español, Bilogía, Geografía, e Inglés. En la mayoría de las clases íbamos a empezar un proyecto por lo que entre que daban el tema y explicaban la dinámica del trabajo no hicimos absolutamente nada.

Al dar el último timbre dije en voz baja “¡ALELUYA!” y comencé a guardar mis libros.

Cuando estaba por levantarme apareció Luna y me dijo:

-Buena suerte Is… Ya me voy –

- Adiós y gracias – contesté.

Salí con mi mochila en la espalda y fui a encontrarme con Katherine para decirle que se conectara en Messenger a las 7:00 para contarle si había pasado algo.

Llegué a mi casa, me quité el uniforme de la escuela y comí; después de eso dormí un rato y luego comencé a investigar un poco para los proyectos que nos habían encargado en la escuela.

Cuando faltaba media hora para las 6:00 comencé a ponerme mi uniforme de Taekwondo: el pantalón, el saco, los calcetines, los tenis y por último la cinta. No lo podía creer al fin era cinta azul, llevaba una año y medio entrenando y ahora no me sentía tan tonta como cuando era cinta blanca. Fui al primer piso a esperar a mi hermanita, ella era un grado menor que yo, por lo que siempre podía ayudarla con lo que no entendiera. Tomé mi agua de la mesa y salí acompañada de Rebecca en dirección a la escuela de Taekwondo.

La escuela no esta lejos, de hecho, está a solo 3 cuadras de mi casa por lo que no hicimos más de 5 minutos en llegar. Al entrar, él estaba ahí, con su uniforme igual al mío, simplemente él es un grado mayor que yo. Debo admitir que no conozco mucho acerca de él, pero no se... dicen que el corazón no tiene motivo ni razón.

Llegué y Jessica me saludó; ella y yo comenzamos a ser muy amigas cuando yo comencé la secundaria, ahora ni a ella ni a mi nos callaban un rato.

La clase comenzó normal, el calentamiento, unos ejercicios pero cuando dio un descanso Jess, Marco, Adam y Santiago se pusieron a platicar y yo llegué a con Jess.

Entonces el maestro le dijo a Adam que le ayudara con los niños chiquitos como mi hermana y los de su edad por lo que se tuvo que ir. En ese momento Marco comenzó a decirme que yo le gustaba a Adam y así, además Jessica y Santiago también lo dijeron por lo que quede, al menos en mi mente, en estado de shock. No quería que mi rostro mostrara ningún asombro o felicidad ya que eso me delataría por lo que lo único que hice fue decir:

- ¡Mentira!

Para mi suerte y la de mis mejillas la clase iba a continuar así que corrí a dónde estaba mi hermana y ahí estaba él, jugando y haciendo caras con ella; se veía tan lindo. Despejé mi mente y fui a otro lado. La clase continuo pero mi mente viajaba por las nubes, el un mundo donde todo pude suceder hasta que…

- ¡Isabella! – Gritó mi maestro

- ¡Oh! Si ¿mande? – dije despistada.

- ¡A formar! – dijo enojado de que no estuviera prestando atención.

- Lo siento, ya voy… - dije mientras me iba a la fila.

El maestro terminó la clase y luego de ir por mi agua llegó Jess y dijo:

- ¿Y entonces? - dijo sonriente.

- ¿Entonces qué?

- De lo que te dijimos hace rato… sobre Adam…-

- Emm - fue lo único que dije y fui a por mi hermana para irnos.

- Lo siento Jess me tengo que ir - dije y casi corrí hacia mi casa.

No lo podía creer, le gustaba a Adam. Me lo había dicho su mejor amigo pero aún así lo tenía que comprobar, no tenía idea como pero tenía que hacerlo.

Lo que quedó de la tarde me la pasé pensando en cómo averiguar si era cierto o no pero mi cerebro no daba para pensar ese día.

Tome un vaso de leche con galletas, fui a mi recámara y me dispuse a ver T.V. mientras cenaba. Vi varios anuncios pero el que llamó más mi atención fue el de un celular que era muy parecido al mío. ¡Mi celular! Todavía no había visto la respuesta de Ricardo pero aún no me sentía lo bastante valiente como para leerlo. Tal vez mañana por la mañana lo sopese mejor; me convencí a mi misma de ello dormí.

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