EL día pasó muy lento, pero cuando dieron el timbre Luna comenzó a llorar de nuevo.
- ¿Qué pasó? - Preguntó el profe de Matemáticas que aún estaba en el salón.
- Nada, lo siento. - Dijo Luna tratando de calmar sus sollozos.
Salió des salón y corrí hacia ella, seguida de Diana y Cassandra.
-¿Qué pasó? - Preguntamos las tres al unísono.
- Es que extrañaré esos dulces labios de los cuales me despedía cada día a la salida...
- Luna... - Me quedé en shock. Yo nunca había llegado a besar a Ricardo, bueno; tal vez solo una vez pero no había sido suficiente como para volverse un buen recuerdo.- no te atormentes más, ya pasó...
Seguimos platicando con ella y pronto cambiamos de tema para que lo olvidara. Tuve que irme a mi casa solo, ya que habían pasado por Katherine. Por el camino estuve pensando en lo sucedido al final de las clases; no era posible que me hubiera sentido triste por eso, no tenía que haber pasado. Mi mente caviló esto durante un rato, pero no pudo llegar a un veredicto.
Al llegar a casa, grande fue mi sorpresa cuando me encontré a Luna Sentada en mi sillón. ¿Cómo había llegado más rápido que yo? ¿Cómo había entrado? y ¿Qué hacía allí? No era que no la quisiera en mi casa, simplemente quería tener un tarde tranquila, olvidarme de lo sucedido; pero parecía que el día de hoy iba a ser imposible.
- ¿Que haces aquí?, digo, no es que no te quiera aquí solo que es raro.
- Necesito hablar con alguien, sacar mis penas para liberarme. ¿Puedo contar contigo cierto?
- Si, claro que si.- Una amiga me necesitaba, pero yo también requería de un momento a solas... Pero era algo demasiado injusto si le decía que no.
Platicamos bastante rato, pero esta vez no sabía que decir, mi mente estaba hecha un embrollo, y las palabras no salían con facilidad. Simplemente: estaba echa un desastre.
Después de largas horas, de platicar, Luna se marchó a su casa. Aún estaba triste, pero caminó con la frente en alto.
Había lleguado la hora de arreglar cuentas conmigo misma. ¿Que había pasado?, Mis sentimientos habían quedado enterrados desde hacía ya unos cuantos meses, pense que no renacerían, pero ahí estaba yo, afligida por un momento que nunca sucedió entre Rodrigo y yo. No sabía que pensar de mí, la chica fuerte delante de los demás, ahora estaba derrumbandose sola, y sin nadie que la comprendiera. Tal vez alguien lo hacía, pero yo igual me sentía sola.
No me sentía lo suficientemente valiente como para contarle a Katherine, ya que me diría que debía olvidarlo. Eso lo sabía perfectamente, pero no podía hacerlo. Para mi era una misión imposible.
Mis padres llegaron y yo arreglémi cara; puse una grande y falsa sonrisa y todo acurrió como con normalidad lo hacía...
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